¡Bienvenida al blog! Me llamo Lau y soy la fundadora de Corachón. Este espacio es para compartir reflexiones y experiencias se generan a partir de este pequeño negocio y el andar en chones.
¿Qué tan seguido te preguntas a ti misma cómo estás, qué sientes y qué necesitas? ¿Lo haces de manera cotidiana, o solo cuando experimentas emociones muy intensas? ¿Qué tanto te entrenas para saborear esas fuentecitas de felicidad que se esconden en los detalles de la vida diaria?
Otras preguntas importantes para hacernos a nosotras mismas son qué me gusta y qué me hace sentir mejor. Esto ayuda mucho, no solo en los días de bajón, sino cotidianamente para consentirse un poco y recordarnos que está bien ser nuestra prioridad porque desde ahí podemos ser felices y posteriormente, compartir esa alegría y bienestar.
En mi caso, escoger qué chones me voy a poner en la mañana con la guía de cómo me siento, qué necesito y qué quiero es una pequeña fuente de alegría. Es como si me pusiera una capa de intención que me va a acompañar en mi día.
Autoconocimiento aplicado al día a día
Identificar nuestras emociones es una parte imprescindible para conocernos y para resolver conflictos emocionales. Es decir, reflexionar sobre la alegría y la felicidad es muy importante, pero es útil cuando conocemos qué es lo que nos gusta y lo que nos hace felices para implementar acciones prácticas.
Lo sé, suena difícil porque las emociones son complejas y también lo somos las personas, pero basta con conocerse cada vez un poquito mejor -y a nuestras emociones- para ver los resultados en la vida diaria.
Hay muchas cositas en nuestra cotidianeidad que nos hacen felices. A veces por ser tan suavecitas, pasan casi desapercibidas. El reto es no darlas por sentado para que podamos potenciar todos esos detalles que nos ponen en un mejor mood, que nos suben el autoestima y que nos hacen agradecer simplemente estar. Por eso todas las mañanas me dedico un ratito para paladear la emoción de escoger unos chones de mí para mi.
Entrenamiento diario
¡Primero lo primero!
No sé tú, querida lectora, pero si yo no me hago y contesto este tipo de preguntas en la mañana, con aún más trabajo lo hago a lo largo del día y en la tarde o noche. Lo que es aún más interesante: si no lo hago de manera cotidiana, mucho menos lo hago en los momentos de bajón. Si bien las respuestas dependen de la persona y sus circunstancias, en esta ocasión quiero enfocarme en esos espacios de apapacho que son necesarios y revitalizantes.
Es decir, hacer nuestro chequeo emocional parte de la rutina puede ser una herramienta muy poderosa para cuando llegan esos momentos en los que más lo necesitamos. ¡No se me hace poca cosa!
Desmenuzar lo complejo
Sí, las emociones son súper complejas, pero conocer tantito sobre ellas tiene un impacto enorme para su gestión. Por ejemplo: cuando me siento con mucha prisa pero realmente no hay nada que urgente, puedo tomar un vasito de agua para refrescar mi paladar y la mente. O si me cacho en un latigazo de autocrítica, hago la tarea de echarme una porra.
En fin, hay mil acciones que podemos implementar según cómo nos sentimos: desde reconocer que estamos nerviosas para posteriormente relajar la mandíbula, hasta notar que extrañamos a alguien para mandarle un mensajito para que sepa que ahí estamos.
Es ahí, en las pequeñas cosas, donde logramos aterrizar la complejidad de nuestras emociones a nuestra rutina diaria.
Matices de las emociones
Cada quien se siente feliz, cómoda, en paz, etc. con cosas distintas. Tan diversas somos las personas como nuestras fuentecitas de alegría. Por eso cada quien debe conocerse, para poder contestar concretamente esas preguntas y que sirvan de guía o incluso brújula, de por dónde ir.
¿Positivas o negativas?
La clasificación de las emociones puede resultar controversial; sin embargo, como estamos buscando una aplicación práctica, resulta de gran ayuda. Es decir, no tengamos miedo de afirmar que podemos diferenciar entre lo que nos hace sentir bien o no ¡Vamos a dejarlo así de sencillo!
Ejemplos
Te pones unos chones con los que no te sientes identificada: no conectas contigo misma al momento de ponértelos.
Te pones unos chones que consideras que son cómodos y bonitos: te sientes tranquila en el día.
¿Intensas o negativas?
¿Has notado que en ocasiones cuando te pones una prenda que resalta alguna característica tuya que te encanta, te sientes la más? Eso es porque hay situaciones que nos producen emociones intensas. Esas son fáciles de reconocer y son lo que generalmente nos venden en películas taquilleras como la felicidad.
Por otro lado, te pones una prenda que te regalaste a ti misma y recuerdas que es un regalo de ti para ti, por lo que sientes gratitud. Esto es porque hay otras emociones que son suavecitas, del día a día y que fácilmente pasan desapercibidas si no estamos atentas. ¡Esas son las que tenemos que alargar una vez que identificamos que nos hacen sentir mejor!
Tu ropa interior tiene el poder de sumar emociones positivas.
Integrar y saborear de manera consciente e intencionada a nuestro día a día esas cositas que nos producen alegría es una manera, primero, de seguir conociéndonos a nosotras mismas y segundo, de aplicar la inteligencia emocional.
Por lo tanto, propongo que veamos la ropa interior como un elemento más que tiene el poder de sumar emociones positivas, ya sean intensas o suaves, a nuestro día a día y que realicemos la tarea de encontrar más fuentecitas, con el objetivo de abrir nuestro corazón al poder de detalles para vivir con intención.
Recuerda: Priorizar y paladear los detalles también se refleja cuando te gusta y disfrutas tu ropa interior.
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Un abrazo,
Lau